Memoria
Músicos empastados: La amistad imposible entre artistas y biógrafos
Los pocos textos que existen sobre música popular chilena concentran, sobre todo, biografías. Pero escribirlas suele ser una tarea ingrata, recompensada por estímulos impensados. Acaban de lanzarse las de Luis Dimas y Jorge González.
Hace un par de semanas, en el restaurante Casa de Fiesta, durante el lanzamiento de su biografía, «El rey desnudo», Luis Dimas hizo realidad la pesadilla de cualquier escritor: no haber leído ni una línea del libro que había llegado a presentar. Aunque el texto había nacido como un trabajo que el cantante iba a emprender en «la mejor disposición»con los periodistas Sergio Benavides y Sebastián Montecinos, la colaboración pasó por tantas peleas, reconciliaciones, amenazas y «no quiero volver a saber de ti», que la venia final del propio Dimas era a esas alturas lo menos importante.
Construido con entrevistas a personas cercanas a su carrera en Chile y el extranjero, «El rey desnudo»es el tipo de crónica de la que a nadie le halagaría demasiado ser protagonista: la historia de un ídolo de masas al que los vicios y la impunidad de la fama sumen durante un período en un cuadro emocional y síquico cercano a lo patológico (y en un injustificable pinochetismo temporal). «Me da miedo leerlo», dijo durante el lanzamiento el cantante que suele hablar de sí en tercera persona, y seguramente con razón: si nuestros propios recuentos biográficos fuesen de verdad rigurosos, también enfrentaríamos con temor saber que los episodios que más vergüenza o culpa nos producen están al fin registrados y empastados.
La reacción de Jorge González pudo haber sido igualmente incómoda ante «Corazones rojos», el libro que Freddy Stock publicó sobre Los Prisioneros en 1999, una investigación en plan de crónica que luego complementó Julio Osses en «Exijo ser un héroe». En cambio, el músico fue convenciéndose de a poco del valor de «Maldito sudaca», el libro de entrevistas que el periodista y redactor publicitario Emiliano Aguayo presentó hace casi un mes con la trascripción íntegra de al menos 15 horas de conversación exclusiva entre ambos, más siete personajes cercanos afectiva o intelectualmente al músico (Vicente Ruiz, Carlos Fonseca, Tomás Moulian, entre ellos) y una detalladísima discografía. Aguayo llegó por primera vez a la casa de González pensando que sería su primer y último encuentro. Pero el músico pareció irse interesando en agregar cada vez más temas. «Yo creo que fue ganando confianza», estima el autor.
Aparecidos con días de diferencia, «El rey desnudo»y «Maldito sudaca»podrían dar la equívoca impresión de que la literatura en torno a la música popular chilena es un músculo editorial tonificado, pero éstas constituyen más bien excepciones que confirman la regla de una innegable precariedad al respecto. Incluso de los más grandes nombres de la canción chilena existen dificultades serias para dar con material editado confiable y completo: de Víctor Jara, apenas la biografía de su viuda («Un canto truncado») y la investigación de un par de periodistas españoles editada hace dos años por Lom bajo el título «El Chile de Víctor Jara»(sobre su labor teatral existe la investigación «Víctor Jara, hombre de teatro»). De Los Jaivas, sólo «Los caminos que se abren»(2002), de Freddy Stock. De Quilapayún, un ensayo escrito por uno de sus integrantes («La revolución y las estrellas», 1988, de Eduardo Carrasco). Y de Los Tres, un volumen que los ex integrantes del grupo preferirían que no existiese (el polémico «La última canción», de los argentinos Enrique Symns y Vera Land).
LA VIDA PRIVADA
Nada de Los Ángeles Negros ni La Ley. Nada de Lucho Gatica ni Los Chileneros, Luis Advis o Sergio Ortega. De la familia Parra, sólo volúmenes (la mayoría, descatalogados) sobre Violeta. Es probable que sea finalmente el documental audiovisual el que salde la deuda histórica de registro sobre la vida de nuestros más grandes compositores.
Para el musicólogo Juan Pablo González, la concentración en los aspectos privados de la vida de los músicos chilenos, en desmedro del análisis, nace de un fenómeno que poco tiene que ver estrictamente con su campo. De algún modo, la cultura del espectáculo audiovisual nos ha hecho creer que es en lo doméstico donde de verdad aprendemos sobre las grandes figuras.
«Quien escribe una biografía sobre un músico siente que debe investigar sobre asuntos privados que iluminen la obra. Por eso de Violeta tenemos tantos libros que intentan explicar, por ejemplo, sus amores; pero aún falta un estudio que la enfoque como compositora», explica el académico de la PUC, editor de «Crónica y antología de una historia sonora», una compilación de artículos de prensa sobre música popular chilena que también integra una crónica del escritor José Miguel Varas y que se vende junto a un CD cuádruple de 71 títulos clásicos en lo docto y popular.
Fueron de algún modo ambos objetivos los que hace seis años animaron a Fernando Sáez cuando se ocupó de la hermana de Nicanor y Roberto para un volumen que finalmente fue publicado bajo el título «La vida intranquila. Biografía esencial de Violeta Parra».
Con su segunda edición agotada, para el texto de Fernando Sáez no han surgido interesados en nuevas tiradas. Una suerte impresentable desde un punto de vista patrimonial, pero en la que han terminado todos los textos biográficos sobre Violeta.
NI FITO NI LOS TRES
El argentino Enrique Symns se peleó primero con Fito Páez cuando se negó a retirar algunas confesiones que luego se publicaron en «Páez»(1996). Su posterior sociedad con Los Tres ha sido descrita por el propio ílvaro Henríquez como «el peor error»de su vida. Sin ser ningún especialista en música, Symns eligió entrevistar, junto a una colaboradora (Vera Land), a amigos, familiares y ex novias de los tres penquistas y de íngel Parra para plasmar lo que luego describió como «una historia construida sobre la base de testimonios: si crees que todos tus conocidos van a hablar bien de vos y no es así, pues no es mi culpa». «Los Tres. La última canción»fue publicado en el 2001 con la advertencia de ser un libro no oficial. Para entonces, el grupo ya se había desentendido por completo del proyecto, gestado según una discutible lógica de sociedad en la bohemia, de acceso excluyente a la esfera «privilegiada»de la que entonces era la banda más famosa de Chile. El mismo Symns recuerda en el prólogo que en medio de esa algarabía, «un pensamiento me perseguía como un tigre hambriento: -¿terminaría perdiendo la amistad de los biografiados, como había sucedido con Fito Páez?».
Dicho y hecho (más tarde fracasaron también los proyectos de libro entre Symns y Jorge González). Se nota que nadie ahí había leído nunca a críticos históricos de rock, como Lester Bangs o Cameron Crowe (luego cineasta). Según Bangs, «una conversación entre cervezas te da respuestas que se evaporan más rápido que el alcohol». En su muy autobiográfica película «Casi famosos», Cameron Crowe hace que uno de los personajes emita la recomendación vital para cualquier cronista rockero: «Nunca te hagas amigo de la banda».
CECILIA, LA IMBIOGRAFIABLE
Cristóbal Peña se acercó a Cecilia Pantoja cuando su idea de escribir la vida y obra de la cantante no tenía todavía más ambición que la de presentar una tesis con la que poder titularse como periodista. Fue en conversaciones informales entre ambos que comenzó a surgir la idea de convertir el proyecto en un libro biográfico. Eso, hasta que «la incomparable»le exigió a Peña una serie de pre-requisitos (vinculados a adelantos monetarios y la edición del texto en tres idiomas, entre otros) que le dejó claro al periodista que iba a tener que trabajar solo.
«Me topé desde el comienzo con su carácter, que hizo imposible que nos pusiéramos de acuerdo en algo. Ahí supe que tendría que investigar en archivos y entrevistar a gente cercana, porque no contaría con su ayuda».
Desde diciembre del 2002, Peña fue víctima de uno de los más absurdos atentados a la libertad de expresión en democracia. Apenas un mes después de haberse ubicado en tiendas, el libro «Cecilia. La vida en llamas» fue requisado de todas las librerías y de las bodegas de Editorial Planeta por orden judicial. La cantante había logrado convencer al Primer Juzgado del Crimen de Santiago de que la investigación contenía «injurias con abuso de publicidad», cuya sola sospecha (nunca comprobada) tuvo al libro incautado por alrededor de 18 meses.
«El libro salió en un momento en que estaba empezando a agarrar vuelo el periodismo de farándula, y por eso mismo me cuidé de no incluir algo que pudiera interpretarse como polémico», cuenta Peña. «Incluso creo que fui hasta timorato. Dejé afuera muchas cosas delicadas sobre su vida. Más que una biografía, opté por hacer un ensayo de cierta pretensión teórica o académica. Por eso creo que ella simplemente jamás lo leyó; o que, si lo leyó, no lo entendió».
-¿Llegaste a arrepentirte de haberlo publicado?
-Fue ingrato en el sentido de todo el proceso judicial. Uno no hace una investigación sobre música popular para estar defendiéndose luego en los noticiarios. Ahora, no puedo negar que la polémica (por lo demás, alimentada por ella) ayudó a que el libro se leyera, aunque sea en ediciones pirata. Eso a mí me deja satisfecho. LCD
Por Marisol García | La Nación [11 de diciembre de 2005]
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